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La
desalojaron y apresaron. Se impuso el poder económico y la injusticia. Doña
Elisa López Yan, tenía 22 años
trabajando como propietaria de una freiduría en las inmediaciones de lo
que hoy se denomina Consorcio Azucarero Central (CAC), arrendatario del Ingenio
Barahona, perteneciente al Consejo Estatal del Azúcar (CEA).
De
su pequeña empresa sacaba el sustento para sus tres hijos, los cuales mantenía
sola por ser una madre soltera. De Ahí salían los cuartos para su alimentación,
sus estudios, su salud, su vestimenta, su recreación, en fin, para todo.
Cuando
doña Elisa se instaló en ese lugar, en el que
vio una oportunidad de ganarse el pan de su familia de manera honrada y
decente, el proceso de enajenación de las tierras del CEA, mal llamado
capitalización no se había iniciado, por lo que los arrendatarios guatemalteco
que hoy administran nuestro ingenio, la encontraron ahí, con una ocupación
pacífica, notoria y permitida por el
Estado Dominicano.
No
obstante sus veintidós años de trabajo ininterrumpidos en ese lugar, las
autoridades llamadas a proteger al ciudadano correcto y trabajador, se pusieron
de lado del amo, del que puede hacer y deshacer, del que puede…, desalojándola
inmisericordemente y encerrándola en los calabozos tal cual delincuente, que ha
cometido uno más de sus atroces crímenes.
Doña
Elisa, sabe que cuando ella puso su fritura en ese lugar, el ingeniero Barahona
estaba administrado por el Estado Dominicana,
y que aun hoy esté administrado por extranjeros, esa propiedad es del
estado dominicano, lo que quiere decir, de todos los dominicanos y dominicanas,
por lo que siempre planteó que se le reubicara en un lugar donde poder seguir
produciendo para su familia y para el país. Pero no, se prefirió el uso de la
fuerza antes que la razón y la justicia.
Que
pasara con dona Elisa y su familia en lo adelante?...
Esa pregunta la podrían responder sus
verdugos, quienes la desalojaron, la apresaron, la humillaron, la maltrataron y
la mandaron a su casa a morir de hambre junto a sus hijos, o en su defecto, a
delinquir para seguir llevando a su humilde vivienda el pan de cada día. ¿Qué
prefiere usted doña Elisa?...